Plena vigencia de Osvaldo Bayer

*Por Carlos del Frade

Osvaldo rescató la verdad histórica. Los pobladores rescatan la memoria. Nos falta la justicia, dice su hijo. En Caleta Olivia comienza el juicio por la verdad por la masacre de los obreros rurales fusilados por el Ejército en la Patagonia rebelde. Detrás, Osvaldo Bayer. Demostrando, una vez más, su presencia. Y que la memoria siempre hace esquina con la esperanza.

“Osvaldo rescató la verdad histórica. Los pobladores rescatan la memoria. Nos falta la justicia”, define desde Alemania Esteban Bayer -hijo del reconocido investigador de las huelgas patagónicas- tras declarar en forma virtual ante el fiscal federal de Caleta Olivia, Lucas Colla, durante las audiencias que impulsan un Juicio por la Verdad por la masacre de 1.500 obreros rurales fusilados y desparecidos por el Ejército argentino entre 1920 y 1922, en tierras santacruceñas”, cuenta la periodista Patricia Chaina en su nota “Un juicio por los rebeldes fusilados”, en la que informa que “los descendientes de los trabajadores asesinados por el Ejército hace más de 100 años rescatan la historia y reclaman justicia”.

Plena vigencia del trabajo de Osvaldo Bayer, mucho más allá de su supuesta muerte.

Allá por 1998 fuimos testigos de su llegada a Jaramillo.

Escribimos entonces:

Jaramillo, un pueblo de ciento veinte habitantes y un solo teléfono, fue feliz el 10 de octubre de 1998 por un trabajo periodístico.

En medio de la estepa patagónica, decenas de hombres a caballo y mujeres curtidas, asistieron a la inauguración de una placa que recordaba a los huelguistas del año 21, en especial a uno de ellos, el entrerriano José Font, “Facón Grande”.

Rodeados por un cielo que se desborda en 360 grados, los pibes y los viejos fueron felices porque el nombre del pueblo tiene una historia que conocieron a través de cuatro libros y una película.

A pesar del viento, del frío y las necesidades, durante aquel día el pueblo de Jaramillo mostró su alegría de tener una historia que lo distingue del resto del mundo.

-Gracias escritor – le dijeron mientras le tendían sus manos callosas y huesudas al periodista e historiador Osvaldo Bayer. El mismo que durante seis años viajó a la Patagonia para completar su descubrimiento.

Un relato oculto.

Un sentido histórico robado.

Los fusilamientos que terminaron con las huelgas de los peones de las estancias de Santa Cruz.

Cuando Bayer finalizó su trabajo, apenas pudo publicar un tomo de los cuatro que componían Los Vengadores de la Patagonia Trágica.

Ya estaba amenazado por la Triple A. A pesar de ello se hizo una película, La Patagonia Rebelde y el nombre de Jaramillo se conoció en el país.

La dictadura, centenares de noches carnívoras y catorce años después, recién entonces, aparecieron los cuatro volúmenes del trabajo periodístico.

Para conocer la verdad oculta, los pobladores de Jaramillo demoraron más de cuarenta y cinco años. Para palpar el trabajo del descubridor hicieron falta casi setenta.

Hechos proscriptos de la historia oficial y el relato de los hechos fueron cubiertos, demorados, atascados, imposibilitados de encontrarse con la conciencia de la gente.

Divorcio, desvínculos construidos que multiplicaron la ignorancia y el sinsentido.

Una concepción de la crónica social que anonada el pasado y declara huérfano al presente.

Lo hace minusválido en proyectos colectivos y luchas.

Le secuestra la pertenencia a una serie de hechos y relatos anteriores.

Lo convierte en un presente más, en un lugar más, le anula su distinción, le borra su particularidad.

Pero cuando el descubrimiento irrumpe en la realidad momificada, quiebra el presente y el pasado.

Surge lo que diferencia al lugar y a los hombres y mujeres que protagonizaron los hechos del lugar.

Se fortalece el ayer y también el presente.

Nace un conocimiento nuevo, diferente y propio.

Y aquí sigue Osvaldo y su fenomenal trabajo, demostrando, una vez más, que la memoria siempre hace esquina con la esperanza.

* Diputado Provincial del Frente Social y Popular de Santa Fe.