Por Sergio Díaz (*)
Es notable cómo en las últimas horas la mayoría de los medios de comunicación mienten adrede o repiten sin saber cuando indican que Javier Milei echó a Diana Mondino del Gobierno por votar a favor de Cuba en una Asamblea de la ONU.
Diana Mondino se suma, así, a la lista de funcionarios que se fueron o los fueron. Con Mondino son cuatro los ministros en esta situación: Infraestructura, un jefe de Gabinete, y el ministro de Salud. Y por debajo de los ministerios, incontables.
Mondino será reemplazada por Gerardo Werthein, a quien Milei calificó como “un crack”. La llegada al gobierno de este hombre vinculado al negocio de los deportes se esperaba luego de un eventual triunfo de Trump, pero las cosas se adelantaron. Tiene buena relación con republicanos pero particularmente con los demócratas. El periodista Roberto García se atrevió a sostener que Werthein trajo al país “a varios mandatarios de ese partido, pasearlos y comunicarlos con cierta élite pudiente, organizándoles amables cenas con Cristina y hasta fotografiarlos en el boliche Cocodrilo. Buen lobby que entornistas de Trump para Iberoamérica, rencorosos como Claver Carone, extitular del BID, guardan con particular inquina desde que lo removieron del cargo (recordar también que odia a Guillermo Francos, jefe de Gabinete, porque este le denunció un affaire con una secretaria que le costó el puesto).”
El primer mandatario se encuentra analizando quién será el nuevo embajador en los Estados Unidos. Casualidad???? Todos los nombres que circulan tienen un muy buen vínculo con Karina Milei. Mondino Naufragó en un mar de internas palaciegas y fuego amigo que selló su destino afuera del Gobierno.
La representación argentina en Naciones Unidas cambió de mando hace unos días. Luego del reciente desplazamiento de Ricardo Lagorio, resistido por la secretaria general Karina Milei y el asesor presidencial Santiago Caputo, ocupó su lugar su segundo, Francisco Tropepi, que durante años estuvo a cargo de la representación diplomática en Israel, consignó el diario La Nación.
Ese había sido uno de los muchos cambios recientes en la Cancillería, por influjo del “triángulo de hierro” mileísta, que tiene en el Palacio San Martín a una figura con enorme influencia: la abogada Úrsula Basset. . Su debut fue durante una cumbre en la OEA, en junio, donde ejecutó una especie de curaduría sobre el documento que expresó la posición de Argentina. Replicaba la doctrina libertaria de rechazar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Especialmente, contra las políticas sobre diversidad y el cambio climático.
Dos semanas atrás se produjo la salida del vicecanciller Leopoldo Sohares. Lo reemplazó Eduardo Bustamante, hasta entonces cónsul general en Montevideo. A Sohares se lo señalaba como resistente a la nueva línea de la Cancillería que estableció Milei.
Algo similar ocurrió cuando Nahuel Sotelo asumió como secretario de Culto, un área dependiente de la Cancillería. Se trata de un joven dirigente del riñón de Santiago Caputo, el estratega presidencial y autor intelectual de la narrativa libertaria. Al igual que Basset, el funcionario ingresó también con la venia de Karina Milei, la secretaria General de la Presidencia.
Esa baja de línea ideológica y narrativa causó malestar en la Cancillería. Los diplomáticos cuestionario esa orden, aunque en silencio la acataban. Para disciplinar el personal del Servicio Exterior, Milei emitió el 18 de octubre un comunicado para exigir que todos debían alinearse con sus ideas y valores o, sino, que renunciaran. Dos semanas después, Leopoldo Sahores, entonces vicecanciller, renunció a su cargo. Fue reemplazado por Eduardo Bustamente, que ejercía de cónsul en Uruguay, un diplomático más cercano a la perspectiva ordenada por la Casa Rosada.
También se realizará en Cancillería una persecución ideológica. Ya fue anunciado que se llevará a cabo “una auditoría del personal de carrera de la Cancillería, con el objetivo de identificar a impulsores de las agendas enemigas de la libertad». En las últimas horas Guillermo Francos afirmó que la institución debe alinearse con la estrategia gubernamental y advirtió que aquellos empleados con posturas contrarias podrían ser desplazados de sus cargos, especialmente si ocupan posiciones de influencia.
Unas semanas atrás, en esta misma línea, la presidencia envió una carta a la Cancillería donde planteaba que ningún funcionario de esta administración ni quienes representan a la Argentina en el exterior deben acompañar ningún proyecto, declaración, resolución, o documento que establezca violaciones al derecho a la vida, la libertad y la propiedad; o un trato desigual frente a la ley; valores que son pilares de esta nueva administración, de ningún ciudadano del mundo”.
El vínculo entre Mondino y Milei nació deteriorado. Mondino asumió un rol ajeno a su experiencia profesional. Es economista, empresaria, banquera y su primera incursión política fue con Milei, donde fue electa diputada nacional en 2023. Desde la campaña presidencial el círculo íntimo de Milei, particularmente su hermana Karina, la vio mal. Y cuando observaban que la Canciller no se desprendía de la gran cantidad de personal diplomático kirchneristas o con pensamiento afines, esta desconfianza y la guerra de polleras se agudizó.
También criticaron de Mondino su incapacidad para establecer vínculos con el mundo empresario. Cosa que no le pasaría a Werthein
Mondino tuvo varios cuestionamientos por su política sobre el reclamo de soberanía de las Islas Malvinas. El hecho más grave fue la firma de un acuerdo polémico con Gran Bretaña que fue criticado por la vicepresidenta Victoria Villarruel. Luego tuvo pequeños escándalos como la presentación de un mapa de Argentina sin Malvinas y un comunicado donde las nombraba como lo hacen los ingleses: Falklands, aunque en Cancillería dijeron que la responsabilidad fue del Ministerio de Defensa. También atravesó una rebelión inédita de diplomáticos por una discusión salarial que profundizaron el malestar en Cancillería
*Pensador contemporáneo