Argentina se vio envuelta en un escándalo financiero sin precedentes que ya comienza a ser denominado «Criptogate», el pasado 14 de febrero. El presidente Javier Milei promocionó en sus redes sociales la criptomoneda $Libra, presentándola como una herramienta para fomentar el crecimiento económico y el financiamiento de pequeños emprendimientos. Sin embargo, la iniciativa pronto se convirtió en una catástrofe para miles de inversores.
De la euforia al colapso: el auge y caída de $Libra
El respaldo de Milei provocó que el valor de $Libra se disparara rápidamente, alcanzando una capitalización de mercado de 4.500 millones de dólares. Pero la euforia duró poco. En pocas horas, la criptomoneda sufrió un desplome estrepitoso, dejando a más de 40.000 inversores con graves pérdidas. Investigaciones iniciales revelaron que la mayor parte de los tokens estaban en manos de un grupo reducido de billeteras, cuyos propietarios lograron retirar aproximadamente 90 millones de dólares antes de la caída, lo que despertó sospechas de fraude.
La empresa detrás de $Libra, KIP Protocol, es dirigida por Julian Peh, un empresario singapurense que habría mantenido reuniones con Milei en octubre de 2024 para discutir inversiones en Argentina. Además, Hayden Mark Davis, otro de los involucrados en el proyecto, declaró que el equipo de Milei había acordado respaldar públicamente la criptomoneda. Tras la caída, Davis aseguró que recibió amenazas y calificó a $Libra como un «experimento» fallido.
Repercusiones políticas y judiciales
El Criptogate tuvo una rápida respuesta de la oposición. La coalición Unión por la Patria presentó denuncias penales contra Milei por presunta asociación ilícita y estafa, además de solicitar su juicio político. Cristina Kirchner fue una de las primeras en pronunciarse, acusando al mandatario de ser «el gancho de una estafa digital» y afirmando que «convirtió a la Argentina en un casino donde el crupier es el mismísimo Presidente».
Por su parte, el diputado de izquierda Nicolás del Caño denunció que «el Casino de Milei estaba completamente arreglado: ganaron los dueños, que son un puñado, a costa de una estafa a miles de personas». En la misma línea, la diputada Margarita Stolbizer advirtió que la estrategia de Milei de presentarse como un «hombre común» es «peligrosísima» y afirmó que el Presidente ha optado por mostrarse como «ignorante e incontinente» para evadir responsabilidades.
Mientras tanto, el oficialismo salió en defensa del mandatario. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, respaldó a Milei con un escueto mensaje: «Adelante, Presidente. La libertad avanza con la fuerza de la convicción».
En paralelo, Ricardo Alfonsín utilizó sus redes sociales para insistir en la necesidad de un «cordón sanitario» que impida alianzas con La Libertad Avanza. «Si ese cordón era necesario en 2023, ahora lo es más todavía», publicó el dirigente radical.
Impacto económico y social
Las consecuencias del Criptogate no se limitaron a la arena política. El índice bursátil S&P Merval cayó un 5,6% tras el escándalo, reflejando el impacto negativo en la confianza de los inversores. Expertos advierten que la volatilidad generada podría afectar aún más la ya frágil economía argentina.
Mientras la investigación judicial avanza, el país se encuentra ante una encrucijada. El Criptogate no solo pone en tela de juicio la credibilidad de Milei, sino que también abre un debate más amplio sobre la responsabilidad de los líderes políticos al promover inversiones de alto riesgo. Argentina observa con atención el desenlace de este escándalo que, sin duda, marcará un antes y un después en la política y la economía nacional.