La Argentina cerró el 2024 con una inflación anual del 117,8%, una cifra que, aunque alarmante, marca una desaceleración frente al explosivo 211,4% registrado en 2023. Sin embargo, detrás de ese número hay una historia mucho más compleja: la estabilización económica lograda por el gobierno de Javier Milei vino acompañada de un ajuste fiscal brutal, que golpeó con fuerza a los sectores más vulnerables y dejó una estela de tensiones sociales, pobreza creciente y servicios públicos desmantelados.
📉 Un freno a los precios, a fuerza de recortes
El contraste es notable: en 2021, bajo la gestión de Martín Guzmán, la inflación fue del 50,9%. En 2022 escaló al 94,8%, y un año después, bajo la administración de Alberto Fernández y Sergio Massa en Economía, estalló al 211,4%, el nivel más alto desde la hiperinflación de los años ’90.
Con la llegada de Milei en diciembre de 2023, el gobierno libertario aplicó un shock de ajuste fiscal pocas veces visto: devaluación inmediata del peso, eliminación masiva de subsidios, congelamiento de obra pública, y recortes drásticos en educación, salud y jubilaciones. Todo bajo el mantra de “no hay plata”.
Esa ortodoxia macroeconómica consiguió frenar el ritmo de los precios, pero lo hizo a través de una fuerte recesión y una licuación del poder adquisitivo. No bajaron los precios: bajó el consumo.
📊 Pobreza y exclusión, la contracara del plan
El efecto social fue devastador. La pobreza, que al cierre de 2023 era del 41,7%, se disparó al 52,9% durante el primer semestre de 2024. La indigencia, medida por el acceso insuficiente a alimentos básicos, trepó al 18,1%, revelando que el ajuste fue más allá de lo económico: fue un verdadero retroceso en las condiciones de vida.
Si bien en el segundo semestre se observó una leve mejora —la pobreza bajó al 38,1% y la indigencia al 8,2%—, la recuperación no fue homogénea. Se concentró en sectores informales y no implicó una mejora estructural: la desigualdad creció, el empleo formal siguió en retroceso y el Estado se retiró de áreas claves.
🧩 Estabilizar ¿para qué y para quién?
La reducción de la inflación a niveles “pre-Massa” es, para el oficialismo, una señal de éxito. Pero economistas heterodoxos y hasta sectores del propio liberalismo advierten que una economía no se estabiliza a costa del tejido social. La caída de la inflación se logró sin consenso, sin gradualismo y con una velocidad que dejó a millones de argentinos fuera del sistema.
Lo que está en juego ya no es solo la macroeconomía, sino la viabilidad política y social del experimento libertario. La pregunta de fondo es si un modelo de ajuste perpetuo puede sostenerse en el tiempo sin generar nuevas tensiones, estallidos o fracturas democráticas.
🧭 Un país más desigual, un futuro incierto
Milei logró lo que muchos no pudieron: detener la inflación sin acuerdo político ni respaldo parlamentario. Pero el precio fue alto: más pobreza, menos Estado y una sociedad más desigual.
El primer año de su gobierno deja una enseñanza clara: los números pueden mejorar, pero si no se mejora la vida de las personas, el éxito económico es apenas una estadística.
