Hacia una producción sostenible: el desafío de diversificar la economía sin destruir los bosques

América Latina, una región que alberga el 32% del agua dulce del planeta, enfrenta una grave crisis ambiental derivada de la deforestación y la degradación del suelo. Un informe de la Universidad EIA y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) revela que la expansión de la frontera agrícola, la ganadería extensiva y los cultivos ilícitos están poniendo en riesgo la estabilidad de sus ecosistemas y, en consecuencia, el bienestar de millones de personas.

Según el estudio, el 90% de la deforestación en la región se debe a la expansión agrícola. Esta situación tiene consecuencias devastadoras no solo para la biodiversidad, sino también para la seguridad alimentaria de las comunidades rurales, que ven cómo sus cultivos ancestrales son desplazados por monocultivos de plátano, caña de azúcar y cultivos ilegales como la coca. Además, la pérdida de bosques contribuye al cambio climático, alterando los ciclos del agua y reduciendo la capacidad de los ecosistemas para capturar carbono.

En Colombia, el piedemonte andino-amazónico es uno de los focos más críticos de deforestación. La ecóloga María Gabriela Aduen advierte que la expansión ganadera y la proliferación de cultivos ilícitos han acelerado la pérdida de bosque. Esta situación no solo afecta a la flora y fauna, sino que también genera conflictos sociales y pone en peligro la vida de comunidades indígenas y campesinas. Además, la violencia y el narcotráfico dificultan la aplicación de políticas de conservación en parques nacionales y áreas protegidas.

Luis Fernando Caldera Tejada, especialista en prácticas sostenibles de la Universidad del Norte, destaca que el suelo es un recurso no renovable y que su degradación altera de manera irreversible los ecosistemas. Para mitigar el impacto de la deforestación, es clave la implementación de tecnologías como mapas satelitales, drones y sistemas de información geográfica (SIG), que permiten monitorear en tiempo real las zonas de mayor riesgo. Sin embargo, el acceso a estas herramientas aún es limitado en muchas áreas, lo que retrasa las acciones de control y mitigación.

A pesar de la urgencia de esta problemática, la adopción de prácticas sostenibles sigue siendo baja en varios sectores. La transición hacia modelos de producción responsables con el medioambiente es fundamental para frenar la crisis. Expertos recomiendan la implementación de sistemas agroforestales y silvopastoriles, así como estrategias de restauración ecológica que favorezcan la regeneración de suelos y la conservación de los recursos hídricos. Además, se necesita un mayor compromiso de los gobiernos para fortalecer las políticas de protección ambiental y garantizar el cumplimiento de normativas que eviten la sobreexplotación de los recursos naturales.

El informe del CAF subraya que, sin bosques, se pierde la conectividad ecológica y se ponen en riesgo los compromisos climáticos internacionales. La restauración de ecosistemas, el monitoreo ambiental y la promoción de una economía sostenible son clave para equilibrar desarrollo y conservación. La lucha contra la deforestación es, en definitiva, un reto que requiere la acción conjunta de gobiernos, empresas y sociedad civil para garantizar un futuro sostenible para la región. Solo con estrategias integrales y compromiso real será posible detener el avance de la destrucción forestal y asegurar un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección del medioambiente.