El radicalismo: búsqueda de una generación con vocación de poder  

Por Pedro Calvo*

Estamos los argentinos asistiendo al final de un ciclo histórico: el del populismo K. Vemos un agotamiento de sus políticas que profundizan la pobreza, la inflación, el deterioro de la calidad de vida de los sectores bajos y medios, la inseguridad y  la degradación institucional. El péndulo entre políticas neoliberales y políticas populistas, casi siempre bajo gobiernos peronistas, nos llevó al presente que duele con su rostro de frustración colectiva. Construir un horizonte de esperanza definiendo una senda de desarrollo, compartida en un destino común, es el desafío para una  alternativa en Argentina.

Desde el 2003, asunción de Néstor Kirchner, la UCR intentó reconstruirse después de la peor elección de su historia. Distintas divisiones (Cristina – Cobos) y opciones electorales (Alianza/ Frente Cívico y Social, UDESO, Cambiemos) tipificaron su accionar. Solo en el año 2011 el radicalismo tuvo candidato a presidente de la Nación. O sea, solamente en ese año la UCR se planteó ser una alternativa que conduzca los destinos del país con ideas y candidatos.

Formo parte de una generación que se incorporó a militar en un partido nacional y popular que tenía un sueño, una utopía: ganar al peronismo. Hijos del Movimiento de Intransigencia y Renovación de Balbín, Larralde, Illia, Frondizi, Lebensohn que actualizó al radicalismo ideológicamente. Denunciando los atropellos del peronismo a las libertades republicanas y democráticas sin renunciar a las banderas de la justicia social. Desde el radicalismo de la provincia de Buenos Aires. Córdoba y Ciudad de Buenos Aires surgieron nuestros presidentes. Todos ellos gobernaron con honestidad y escribieron las mejores páginas de la Argentina del siglo XX.  En tiempos de oscuridad de la dictadura alimentamos nuestro sueño de recuperar la Democracia y disputarle el favor popular al peronismo. Bajo el liderazgo de Alfonsín hicimos realidad el sueño y consolidamos la Democracia.

Desde el gobierno K importantes dirigentes, con peso territorial y reconocimiento en sus distritos, presidieron el partido y fueron oposición al populismo. Mendoza, Santa Fe, Chaco y Jujuy tuvieron la responsabilidad de conducir a todo el radicalismo. Mientras algunos gobernadores, intendentes e importantes dirigentes fueron cooptados por el “calor” del oficialismo, otros resistieron desde la conducción. Aunque no pudieron, no quisieron o no supieron construir un partido con ideas y candidatos que sea alternativa en la República. No tuvimos voluntad política los radicales de construir un destino común y ofrecer un proyecto a los argentinos. Fuimos “socios del silencio” del gobierno del Pro y para la sociedad co-responsables de su fracaso.

Pertenezco a un radicalismo, que “desde las ruinas”,  supo ponerse de pie y tuvo vocación de poder en el año 2015 para disputarle al Pro su distrito.  Hoy,  vuelve a plantearse el desafío y acompaña el trabajo y desarrollo de importantes dirigentes del interior del país. Vocación de poder tienen los radicales jujeños que enfrentaron y derrotaron el autoritarismo y la corrupción del PJ y de un estado paralelo. Vocación de poder tienen las correligionarias y correligionarios de Santa Cruz y Formosa que denuncian y enfrentan -día a día- el atropello hegemónico y antidemocrático de gobiernos “feudales”. Vocación de poder tiene el radicalismo de La Pampa que sueña con derrotar 40 años de gobiernos peronistas. Vocación de poder tiene el radicalismo de Mendoza, el de Corrientes y de tantas ciudades y pueblos que gobiernan sus territorios. Pero, todo ello es insuficiente sino tenemos un proyecto colectivo para ofrecer a los argentinos. No somos un partido nacional y popular al reducir nuestra mirada a nuestros territorios. Nos transformamos en “acólitos del poder”, disputando cargos menores y subordinándonos a que otros definan las políticas y el futuro de los argentinos. Vaciando ideológicamente al radicalismo, renunciando a su historia y sus luchas.

Tenemos recursos humanos: miles de jóvenes, mujeres, trabajadores y emprendedores, intelectuales que día a día enriquecen nuestro partido. Es el desafío de la generación que hoy conduce al radicalismo recuperar la vocación de poder. No para formar parte de una alternancia de gobierno, sí para ser una real alternativa de poder. Con candidatos radicales a lo largo y ancho del país.  

Son tiempos, en América Latina y en Europa, donde prevalecen las coaliciones de gobierno. Su éxito depende, fundamentalmente, de partidos políticos fuertes. Es hora de dar el debate por nuestras ideas y convicciones de cara a la sociedad. Hoy, no existen fórmulas cruzadas porque pocos creen en un radicalismo que conduzca los destinos del país.  Volver para “hacer lo mismo, pero más rápido” es apostar al fracaso como sociedad. Frente a quienes buscan alianzas con la antipolítica que tiene valores antidemocráticos,  frente a quienes trabajan para un escenario de “cuanto peor, mejor” sin reparar en  los daños al conjunto de la sociedad, frente a quienes buscan profundizar la polarización y sueñan con volver a los ´90 debemos los radicales hacer oír nuestra voz. Fortalecer al Radicalismo es fortalecer Juntos por el Cambio.

*Dirigente UCR (CABA) Diputado Nacional (MC)