El éxodo argentino a Chile bate récords: compras masivas, tensión laboral y una frontera que no descansa

No es novedad que los argentinos crucen la Cordillera para hacer compras. Pero esta vez, los números y las escenas superaron todas las expectativas. Durante el último fin de semana largo de Semana Santa, el flujo hacia Chile no sólo se multiplicó: rompió marcas históricas, con ciudades fronterizas colapsadas, ventas disparadas y un fenómeno económico que ya no puede ser leído como coyuntural.

La región de la Araucanía, epicentro del turismo de frontera, fue el termómetro más elocuente: las ventas crecieron un 535% en comparación con el mismo período del año anterior, según datos difundidos por cámaras de comercio locales. En 2023, ese incremento había sido del 240%, ya considerado por entonces como «excepcional». Este año, la demanda superó todos los pronósticos.

Precios que cruzan la Cordillera

Electrodomésticos, ropa, artículos de limpieza, tecnología y alimentos encabezan la lista de productos que motivan el viaje. Aun sumando combustible, alojamiento y comida, los precios en Chile siguen resultando entre un 30% y un 60% más económicos que en Argentina. La brecha se amplifica con promociones por volumen, reintegros de IVA a turistas y una inflación más contenida del lado chileno.

Lo que antes era un viaje ocasional, hoy es casi una estrategia de supervivencia económica para muchas familias argentinas.

Comercios abiertos y tensión sindical

El movimiento fue tan significativo que grandes cadenas chilenas decidieron abrir incluso el Viernes Santo, un feriado tradicionalmente respetado por el comercio. La decisión generó un inmediato rechazo del sindicato de empleados de comercio, que denunció la “mercantilización de la dignidad laboral”.

Frente a este escenario, la Dirección del Trabajo de Chile emitió una resolución: los empleados que no hayan trabajado ese día en años anteriores con el mismo empleador conservan su derecho adquirido a descansar, con goce de sueldo. Pero la medida no contempla a los nuevos contratados, lo que provocó tensiones internas y encendió una discusión más profunda sobre derechos laborales y presiones del mercado.

Una frontera cada vez más porosa

Si bien el turismo de compras hacia Chile tiene antecedentes en décadas anteriores, la profundización de la crisis económica en Argentina –con alta inflación, caída del poder adquisitivo y pérdida de confianza en los precios internos– transformó el fenómeno en una nueva normalidad.

Año tras año, la tendencia se acentúa. En 2022, el cruce hacia Chile creció un 180% respecto a 2021, año aún marcado por restricciones pandémicas. En 2023, el salto fue del 250%. Y en 2024, Semana Santa ratificó el patrón: el éxodo se volvió estructural.

Más que consumo, una señal

Mientras las góndolas chilenas se vacían al ritmo del acento argentino, surgen preguntas de fondo. ¿Hasta cuándo podrá sostenerse este flujo sin impacto negativo en los precios locales? ¿Qué consecuencias trae para el comercio argentino? ¿Y qué rol juegan los trabajadores en esta ecuación que tensiona derechos y oportunidades?

Lo cierto es que la frontera ya no es solo un límite geográfico. Es una puerta de escape económica, una postal del desequilibrio regional y un espejo donde, a cada paso, se reflejan las deudas pendientes de una Argentina que busca precios afuera porque no los encuentra adentro.