Entrevista a Graciela Soifer, Gricelda Moreira y Adriana Ruffa. Integrantes de Bioeticar Asociación Civil
¿Frente a esta situación inédita de cuarentena, de qué manera la enfrentamos?
G.M.: Es verdad que quienes vivimos hoy en la Argentina no hemos experimentado nunca una cuarentena. Sin embargo, el término data de mediados del siglo XIV cuando la peste negra provocó la muerte de 50 millones de personas. En tiempos en que no había ni centros de salud, ni vacunas, ni medicina era imposible evitar el contagio. Mientras que en la región italiana de Regio se expulsaba a los contagiados fuera de sus muros, Ragusa conocida hoy como Dubrovnik en la actual Croacia se aprobó una ley para evitar la propagación. Así se decidió imponer un período de aislamiento a todas las embarcaciones que llegaban al puerto. Hoy muy lejos de la edad media, somos protagonistas de una pandemia que obliga a estar en cuarentena. Se nos impone una incertidumbre colectiva, que deja en evidencia la precariedad del sistema sanitario y nos confronta con la fragilidad de aquello que hasta ayer pensábamos eran nuestras fortalezas.
El virus nos iguala al provocarnos a todos por igual la preocupación por el mañana. Las personas independientemente del lugar donde se encuentren o de cuál sea su posición en la sociedad se preguntan sobre la posibilidad de morir, de no ver a sus seres queridos, de que su vida cambie, de perder el trabajo. El impacto de lo real hace tambalear la subjetividad y se ponen en funcionamiento las defensas y los recursos simbólicos. Cada cual con su propia caja de herramientas irá autoreparando las áreas afectadas, e intentará situar un horizonte. Si bien los miedos e inquietudes pueden generalizarse, cada persona los enfrentará subjetivamente. Es por ello por lo que es fundamental pensar los efectos emocionales que el aislamiento produce y considerarlo también como un tema de salud pública. La magnitud del virus y las consecuencias que dejará requieren trabajar para lograr un equilibrio con nosotros mismos y el confort necesario en nuestros hogares, intentando mantener y construir atmósferas de bienestar.
¿Antes de contarnos la implicancia de la Bioética con relación al COVID-19, pueden resumirnos qué es la bioética?
G.M.: La Bioética surge ante la necesidad de reflexión crítica sobre los conflictos éticos provocados por los avances de las ciencias de la vida y la tecnología. Es un diálogo interdisciplinario que examina las conductas en las áreas de las ciencias médicas, la tecnología aplicada y la biología, a la luz de los principios éticos en sociedades plurales y democráticas.
En Bioética se habla siempre del principio de autonomía, presente en el consentimiento informado, las directivas anticipadas, los derechos de los pacientes, que es muy importante. Frente al COVID-19 la reflexión bioética se vincula con la salud pública porque hay que pensar en la salud de todos y ahí es donde juega el principio de justicia y de no discriminación.
¿Tomó estado público que se estaría elaborando una guía bioética, de que se trata?
A.R.: Según la información con la que contamos se estaría elaborando un protocolo con el objetivo de desarrollar pautas o normas orientativas que puedan servir de guía a los comités de bioética de cada provincia, municipio y hospital en el caso que la cantidad de contagiados graves por Covid-19 aumente desmedidamente.
¿Qué son los comités de bioética?
G.M.: Los comités de Ética hospitalaria son grupos interdisciplinarios que se ocupan de las consultas, estudios, consejo y docencia frente a los dilemas éticos que surgen en la práctica de la atención medica hospitalaria. Estos grupos surgen como respuesta a los enormes cambios que se han producido en la atención de la salud, la introducción creciente de nueva y costosa tecnología, la complejidad de las decisiones clínicas y terapéuticas, la mayor participación de los pacientes. Los comités constituyen un aporte en la búsqueda de mejores condiciones de funcionamiento de los hospitales. También debemos reconocer que encuentran algunas limitaciones y dificultades como el escaso apoyo por parte de las autoridades del Estado como así también de las mismas instituciones hospitalarias.
¿Cómo funcionaría un comité de bioética ante la pandemia?
G.S.: Ante la pandemia del Covid-19 y frente a situaciones de escasez de recursos para diagnóstico, tratamiento y prevención, se deben tener en cuenta, algunos valores fundamentales como lograr el máximo beneficio con los recursos que se tienen, tratar a todas las personas de manera igualitaria y resguardar el valor de los instrumentos médicos que se utilizan.
¿Y cuál sería el criterio?
G.S.: El método del triaje es el que se utiliza para determinar a quienes se les otorga el máximo de recursos, se utiliza en situaciones de catástrofe y que es utilizado por los profesionales dedicados a emergencias. Se generan tres categorías de pacientes, los de riesgo leve que requieren medidas terapéuticas mínimas, los casos graves que requieren utilizar todo el arsenal terapéutico posible por tener chances de superar el cuadro y los que no tienen posibilidad de sobrevivir a quienes se les dan los cuidados adecuados a su situación
¿Cuál es el objetivo de estas pautas?
G.M.: En primer lugar, estas pautas deben establecerse con responsabilidad y transparencia. Las recomendaciones son para evitar que caiga sobre la espalda del profesional la decisión en tan difícil escenario y aunar criterios de asignación de recursos en una situación de escasez excepcional.
Ya todos hemos entendido que la capacidad del servicio sanitario se puede ver colapsada en todos los niveles, desde los estructurales hasta los profesionales. La Argentina no se caracteriza ni por la experiencia en catástrofes ni por la prevención. Lo que nos conduce a tomar decisiones de excepción sostenidos en lo que en bioética referimos como el principio de justicia. La asignación de recursos en un estado democrático debe sostenerse en los criterios científicos y los principios éticos que permitan una prestación equitativa y justa. Es por este motivo que las circunstancias exigen la planificación y la apropiada distribución de los recursos, para evitar la pérdida de vidas humanas y de la alianza de confianza con la sociedad.
No debemos perder de vista que los más vulnerables son quienes integran el equipo de salud, las personas enfermas, los adultos mayores y quienes carecen de recursos básicos cómo el agua corriente y el acceso a un lugar donde aislarse.
¿Teniendo en cuenta que es una pandemia global, qué opinión les merece el funcionamiento de los organismos internacionales?
A.R.: Por ahora el papel y las recomendaciones de la OMS no hay que cuestionarlas, pero sabemos que estos organismos internacionales se burocratizan rápidamente y dejan de responder a los objetivos para los que fueron creados. Una vez que termine la pandemia habrá sin dudas que revisar porque no hubo alertas sobre este tipo de virus globales.
¿Cómo consideran que se saldrá de esta situación?
A.R.: La concurrencia de esfuerzos será un factor determinante para superar los desafíos que plantea la pandemia de COVID-19. Hoy, quizás más que nunca, las soluciones individuales carecen de eficacia no solo porque representan las conductas más oprobiosas sino porque los desafíos son globales y convocan a todos.
Nuestro país tiene que replantearse la salud pública y avanzar en un sistema que garantice salud universal. Muchos especialistas en economía de la salud sostienen que no se trata de aumentar recursos presupuestarios sino de asignar racionalmente y de acuerdo con las necesidades. Los tres subsistemas que tenemos, el público, el de las obras sociales y el de las prepagas, parecen estar funcionando mal, se gasta mucho y los indicadores de salud que tenemos son malos.
Hoy hay que apoyar y contener a los miembros del equipo de salud. Ellos son el mayor grupo de riesgo y si no cuentan con barbijos, camisolines o alcohol se exponen ellos, pero también otras personas algunas infectadas con COVID-19 y otras que presentan otras patologías pueden quedar desatendidas. Es muy importante que no se lesione la confianza y que funcionen las instituciones. Y debemos quedarnos en casa.
C.V. de Gricelda Moreira
Licenciada en psicología (UBA). Psicoanalista.
Maestría en Bioética (FLACSO).
Diplomada superior en Bioética (FLACSO).
Diplomada en Bioética con Orientación en Reproducción Asistida (Universidad Isalud).
Actualización en Bioética Facultad de Derecho (UBA).
Subdirectora del Centro de Estudios y Observatorio de Bioética (CEOB) de la Universidad Isalud.
Miembro fundadora del Seminario Permanente en Bioética del Instituto Ambrosio L. Gioja de la Facultad de Derecho (UBA).
Miembro de la International Association of Bioethics (IAB).
Supervisora de los grupos interdisciplinarios de la Oficina de la Mujer y Violencia Doméstica (OMVD) de la Ciudad de Buenos Aires.
Coautora del libro “La deconstrucción del Sexo” y de varias publicaciones nacionales y extranjeras.
Miembro del International Forum of Teachers (IFT) de la Cátedra Unesco de Bioética.
Participación en conferencias, congresos y jornadas nacionales y en el exterior de Bioética.
C.V. de Graciela Soifer
Médica especialista en Nutrición. (UBA).
Docente en Nutrición de la Facultad de Medicina (UBA).
Maestranda en Bioética (FLACSO).
Curso de actualización en Bioética de la Facultad de Derecho (UBA).
Miembro fundadora del Seminario Permanente en Bioética del Instituto Ambrosio L. Gioja de la Facultad de Derecho (UBA).
Miembro del Centro de Estudios y Observatorio de Bioética (CEOB) de la Universidad Isalud.
Coordinadora del Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN).
Miembro de la International Association of Bioethics.(IAB)
Autora de artículos en publicaciones nacionales y extranjeras.
Participación en conferencias, congresos y jornadas nacionales y extranjeras de Bioética
CV Adriana Ruffa
Abogada.
Curso de actualización en Bioética de la Facultad de Derecho (UBA).
Maestranda en Bioética FLACSO.
Maestranda en Gestión de Servicios de Gerontología Universidad ISalud.
Miembro del Centro de Estudios y Observatorio de Bioética (CEOB) de la Universidad Isalud.
Miembro del Centro de Estudios de Envejecimiento y Longevidad (CEAL) de la Universidad Isalud.
Miembro del International Forum of Teachers (IFT) de la Cátedra Unesco de Bioética.
Miembro de la International Association of Bioethics (IAB).
Presidenta de la Fundación SIDOM -Desarrollo e investigación gerontológicos.
Experta en temas de derechos y abordaje y prevención de la violencia contra personas mayores.
Acerca de Bioeticar:
Asociación Civil
Avda. Coronel Díaz 1693 Piso 9 Dto. D
(1425) Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina
Teléfono (5411) 4826-0775
www.bioeticar.com.ar
Facebook: Bioeticar Asociación Civil
Twitter: @Bioeticar2015

Excelente entrevista!! Felicitaciones!! Han tocado puntos muy sensibles como es la descriminacion frente a estas situaciones, así como se vio en tiempos antiguos que expulsaban de sus muros a los contagiados , desgraciadamente frente a la pandemia actual vemos como surge lo malo del ser humano y en vez de mostrar solidaridad hemos visto descriminacion con el personal de salud en sus comunidades, lo cual es inconcebible . También vemos por otro lado solidaridad con los mayores que requieren aislamiento total y el apoyo del resto para mantenerse.
Del punto salud publica es cierto que deben cambiarse muchas cosas, esperamos no colapsar frente a esta contingencia. El triage es muy importante para optimizar recursos, aunque muy frío ya que debemos decidir a que grupo de pacientes no ofrecer todos los recursos para recuperarlos por su condición basal, consensuado con la familia.
Como vemos en estos casos de pandemia tenemos que aunar lo biológico, ético y legal para llegar a un equilibrio